La crisis impulsa la presencia de mayores de 30 en la Universidad
Los alumnos maduros
crecen un 18% desde hace seis años y un 167% en la última década.
España se suma a un
fenómeno del norte de Europa
Un alumno distinto del
veinteañero recién salido del instituto puebla ahora las facultades españolas,
cada vez en mayor proporción y con un crecimiento imparable en la última
década: tiene más de 30 años y vuelve o llega por primera vez a la universidad,
en parte empujado por la falta de oportunidades laborales, pero también porque
en los países desarrollados la tendencia es que la población universitaria sea
cada vez más madura. En España, coincidiendo con la crisis (desde 2007), los
estudiantes de una carrera de más de 30 años han crecido un 18,4%. En los
últimos 10 años el aumento llega hasta el 167%.
Daniel Rodríguez tiene 31 años,
es licenciado en Derecho y acaba de empezar a estudiar Psicología. Trabaja como
administrativo en una empresa de transporte en Valladolid y tiene un contrato
fijo. “Pero tal y como está la cosa, con la inestabilidad que hay, ves las
orejas al lobo y piensas que tienes que seguir formándote por si acaso”,
explica. Su intención es terminar Psicología y montar algo por su cuenta, y no
oculta que si su trabajo se adecuara a su nivel de estudios probablemente no
habría vuelto a coger los libros: “Si me sintiera realizado en mi puesto actual
seguramente no estaría estudiando de nuevo”, reconoce.
No es un caso
atípico. Del total de 1.450.036 estudiantes matriculados en un grado en el
curso 2012-2013, un 17,6% tiene más de 30 años. Es la cifra nada desdeñable de
255.206 alumnos, según los datos del Ministerio de Educación recogidos en el
informe Datos básicos
del sistema universitario español, presentado
la semana pasada. Un estudiante maduro que ha heterogeneizado la población de
los campus: la mayoría, un 42%, sigue llegando directamente del instituto
(tiene entre 18 y 21 años) y un 27,9% se encuentra en la franja de edad de los
22 y 25 años, pero los de más de 25, que ya deberían haber acabado la carrera
si la empezaron nada más terminar el bachillerato (un grado dura cuatro años y
las antiguas licenciaturas cinco), son ya el 30%, entre los que han superado la
treintena y los que tienen entre 26 y 30 (que son un 12,3%). En el caso de los
másteres, el porcentaje de alumnos mayores de 30 llega al 35%, una cifra
similar a la de cursos anteriores.
El fenómeno no
es reciente, viene produciéndose durante la última década, pero, según los expertos,
ha sido amplificado por la crisis. “En un momento con alto nivel de desempleo,
la formación diferencia más a la hora de acceder a un trabajo o conservarlo”,
apunta Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Universidad
Complutense de Madrid. “El coste de oportunidad de
estudiar, además, disminuye, porque la gente renuncia a un trabajo que no le
satisface o que directamente no tiene”, señala.
Diferenciarse es precisamente lo
que llevó a Patricia Carlavilla, de 37 años, a bucear en códigos y reglamentos
hace un año. “He empezado Derecho porque trabajo con menores en conflicto y la
parte legal siempre se me quedaba corta”, relata. Licenciada en Pedagogía, es
orientadora interina en institutos de Castilla-La Mancha. “Este curso cubro una
vacante de un año, pero normalmente hago sustituciones, así que tengo tiempo.
Pensé en mejorar mi currículo y ofrecer algo más”. Carlavilla tampoco esconde
que su decisión tiene que ver con su inestabilidad laboral: “Cada año decido en
qué me matriculo en función de si tengo contrato de trabajo. Si no tengo,
dispongo de más tiempo para estudiar pero, por contra, tengo menos dinero para
la matrícula”. Por sus estudios de Derecho en la UNED ha
pagado este curso 700 euros.
La
formación a distancia es la opción mayoritaria de los estudiantes maduros, que
generalmente tienen que compatibilizarla con un trabajo u ocupaciones
familiares. Basta un dato: la UNED aglutina en torno al 40% de todos los
estudiantes treintañeros de grado del país, según las cifras de la propia
Universidad a Distancia.
El envejecimiento de los alumnos universitarios engloba
varias tendencias, explica Antonio Ariño, catedrático de Sociología de la
Universidad de Valencia. Además del de la crisis, coyuntural; el de fondo, que
se alarga los últimos 10 años, y que “se observa en el resto de países
europeos, sobre todo del norte de Europa”.
Un
estudio dirigido en 2011 por Ariño y Ramón Llopis, titulado¿Universidad sin clases? Condiciones
de vida de los estudiantes universitarios en España, diferencia dos grandes grupos de
países: “Aquellos en los que los estudiantes suelen iniciar su carrera
universitaria antes de los 20 (como Francia, donde representan el 90%) y
aquellos en los que la mayoría lo hace entre 20 y 25 años (en Finlandia, por
ejemplo, los menores de 20 años no son más del 1%)”. España se sitúa en el
segundo grupo, con cada vez mayor proporción de estudiantes maduros. “Pero la
situación española está muy lejos de los países nórdicos y no existe tradición
de posponer el comienzo de la etapa universitaria”, señala Inés Soler, la
investigadora que se ocupó del tema en el informe.
Un elemento
nuevo, que todavía no ha dado tiempo a que se refleje en los datos, puede
trastocar esta tendencia es la fortísima subida de tasas de hace dos cursos,
que supera el 60% en comunidades como Madrid y Cataluña. Ariño apunta que el
perfil mayoritario del alumno maduro es el que proviene de las clases sociales
más débiles, que busca una segunda oportunidad en los estudios. “Cabe
sospechar”, avanza el sociólogo, “que el encarecimiento de las carreras va a
acabar expulsando a ese colectivo”.
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La mayoría estudia a
distancia: un 40% de los treintañeros está en la UNED.
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Los expertos creen que la
subida de tasas trastocará la tendencia
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Las clases sociales bajas
buscan una oportunidad en la enseñanza superior
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“Mejorar mi currículo
supone ofrecer algo más”, dice una psicóloga
ELSA GARCÍA DE BLAS Madrid 23 FEB 2014 - 19:46 CET
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